Claramente debemos hacer todo lo posible para proteger a nuestro país del serio potencial de otro ataque terrorista, pero podemos y debemos hacerlo de una manera que también proteja los derechos constitucionales del pueblo estadounidense y mantenga nuestra sociedad libre. Podemos hacer eso sin vivir en un mundo orwelliano donde el gobierno y las corporaciones privadas saben cada llamada telefónica que hacemos, cada sitio web que visitamos, cada lugar al que vamos.
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