En un momento en que el estudiante promedio se gradúa de una universidad de cuatro años con $27,000 en deuda, cuando cientos de miles de jóvenes capaces ya no ven la universidad como una opción debido a los altos costos y cuando Estados Unidos está quedando cada vez más atrás de nuestros competidores económicos en términos del porcentaje de jóvenes que se gradúan de la universidad, no se debe aprobar ningún acuerdo que, a lo largo de los años, empeore una situación ya mala y haga que la universidad sea aún menos asequible de lo que es hoy.
—