Que, sobre el principio de una comunión de propiedad, pequeñas sociedades pueden existir en hábitos de virtud, orden, industria y paz, y en consecuencia en un estado de tanta felicidad como el Cielo ha tenido a bien repartir a la humanidad imperfecta, puedo concebirlo fácilmente, y de hecho, he visto sus pruebas en varias pequeñas sociedades que se han constituido sobre ese principio. Pero no me siento autorizado a concluir de estas que una sociedad extendida, como la de los Estados Unidos o de un Estado individual, podría ser gobernada felizmente sobre el mismo principio.
— Carta a Cornelius Camden Blatchly [1822]