La práctica de la moralidad siendo necesaria para el bienestar de la sociedad, Él [Dios] se ha encargado de imprimir sus preceptos tan indeleblemente en nuestros corazones que no serán borrados por las sutilezas de nuestro cerebro. Todos estamos de acuerdo en la obligación de los principios morales de Jesús y en ninguna parte se encontrarán entregados con mayor pureza que en Sus discursos.
— Carta a James Fishback [27 de septiembre de 1809]